martes, 19 de enero de 2010

Entendiendo lo central de nuestra fe

Lunes tras lunes vamos conociendo, aprendiendo y preparándonos más para hacer de nuestra visión de comunidad “un corazón en el padre, un pueblo en Cristo y una misión en el espíritu”, una realidad en medio de nuestra ciudad. Y para esto, hemos entendido que tenemos que hacernos preguntas sobre cuestiones básicas de nuestra fe, como el Evangelio y nuestro concepto de pecado, que son más que la puerta de entrada a una vida en Cristo, pues acompañarán permanentemente nuestro caminar en la fe y el quehacer del ministerio que decidamos desarrollar en nuestras iglesias.

Estos conceptos que han sido catalogados como “…algo esencial en nuestra vida cristiana”, en una interesante ponencia de la Parábola del Hijo Pródigo, realizada por el Pastor plantador de UNO, Jonathan Muñoz, han estado en el centro de nuestra reflexión durante estas semanas. “…el pecado no es sólo acciones inmorales, es mucho más que eso. Cuando actuamos pensando en lo bien que lo estamos haciendo a los ojos de Dios, y en las posibles bendiciones que eso nos puede traer, no estamos actuando por amor a nuestro padre, al contrario, lo estamos despreciamos por aquello que Él nos puede dar y ¿Saben que hay detrás de esto? Un falso Evangelio” concluyó el reverendo.

También, nos hemos ocupado de mirar nuestro alrededor y hemos identificado, a propósito de una publicación de circulación nacional, grupos urbanos que llegan a formar una subcultura al interior de la cultura que compartimos como país. Sujetos que tienen en común intereses intelectuales, formas de vestir, formas de pensar y ver el mundo, códigos lingüísticos, ideas y proyectos. Personas que piensan que tienen una mejor manera de afrontar el mundo y vivir la vida.

En un primer acercamiento hacia estos grupos, descubrimos a Ecologistas, estudiantes revolucionarios y los artistas del mundo audiovisual, y decidimos abrirnos al diálogo, dejar atrás nuestros prejuicios respecto a su postura y con un corazón abierto, audaz y lleno del amor de Dios y el conocimiento de su palabra, comprender sus demandas y el sentido de su mundo, y entendimos que con cada uno, podíamos establecer puentes de acercamiento hacia el Evangelio.